lunes, 10 de abril de 2023

LA VIDA ES SUEÑO (Calderón de la Barca)

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De nuevo, vamos a utilizar la lectura de este clásico para relacionarla con nuestra vida actual, mediante la conversión en textos periodísticos novedosos.





TEXTO ARGUMENTATIVO A RAÍZ DE LA VIDA ES SUEÑO (a continuación, un fragmento que trabajaremos en clase):
La vida es sueño y los sueños son… ¿la verdad de la vida?
Por Dres. Ezequiel Achilli / Raquel Tesone

Segismundo, el personaje principal de La vida es sueño, no conoce la dicha, sino la desdicha del encierro y su decir, y, desde esta clausura, dice parte de su verdad. Segismundo no se siente siquiera dueño de su verdad, solo de una parte de ella, y por eso nos enseña que siempre hay algo que guardar para que aparezca en sueños. Eso reprimido no pertenece al dominio consciente, es lo inconsciente, y se expresa (entre otras formas) en el soñar: «es verdad, pues, reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambición, por si alguna vez soñamos y si haremos, pues estamos en mundo tan singular, que el vivir solo es soñar, y la experiencia me enseña que el hombre que vive, sueña lo que es hasta despertar» (p.106).

El lenguaje tiene sus muros. Lo inconsciente es una verdad y la verdad no puede decirse toda porque, como sugiere Segismundo, algo queda reservado para otros usos. Siguiendo a Segismundo, lo que está permanentemente reprimido es la fiera. Cuando en un sueño, por ejemplo, se realiza un deseo prohibido, el Ello habla. Segismundo sabe que eso de lo que está hecho el sueño es lo que él es: la verdad. Aunque ser y hacer no sean exactamente lo mismo, y pese a que lo que se hace en sueños, no nos atrevamos a hacerlo despiertos, el sueño siempre dice la verdad, y esto es uno de los grandes descubrimientos de los Segismundos, uno de ellos: Calderón de la Barca. Muchos años más tarde, en Viena, otro Segismundo, de apellido Freud, publicó La interpretación de los sueños, en el que se posiciona al sueño como la vía regia para acceder a esa verdad. (...)
Sabemos que aquello que guarda un nombre es también del orden de lo inconsciente, y que esa verdad, al mismo tiempo, tiene estructura de ficción. ¿Entonces? Cabe señalar que el padre de Segismundo tampoco se llama, de manera inocente, Basilio, ya que ese nombre, de origen griego, significa soberano, rey, emperador. El rey Basilio, en tanto soberano, decide encerrar a su hijo porque los hados le vaticinaron que se convertiría en un parricida. Esta profecía operó como una realidad para este hombre. Además, al momento de nacer Segismundo, muere la madre, y en ella funcionó una fantasía que se transformó en un delirio así descripto: «(…) antes que a la luz hermosa, le diese el sepulcro vivo, de un vientre (porque el nacer y el morir son parecidos) su madre infinitas veces, entre ideas y delirios del sueño, vio que rompía sus entrañas atrevido un monstruo en forma de hombre, y, entre su sangre teñido, le daba muerte, naciendo víbora humana del siglo» (p. 40). Esta fantasía de dar a luz dice mucho acerca de una fantasía incestuosa. ¿La víbora que nace rompiendo las entrañas de la madre sería una representación de su majestad, el bebé? Este fantasma retorna amenazante sobre el padre, quien desde el nacimiento lo acusa de criminal, por nacer hombre y exponerlo al riesgo de transformarse en su rival. «Nació Segismundo, dando de su condición indicios, pues dio muerte a su madre, en cuya fiereza dijo, hombre soy pues ya empiezo a pagar mal beneficios» (p. 39). Por esta fantasía de muerte proyectada en su hijo, Basilio dio crédito a la advertencia de los hados y decidió encerrar a Segismundo recién nacido, dándolo por muerto.

Es flagrante cómo Calderón de la Barca demuestra en esta célebre novela que la fantasía opera como realidad. Y aquella, en muchas ocasiones, resulta más potente que la vivencia del trauma (o lo sucedido en la realidad, según cómo se lo re-signifique). A diferencia de la verdad, a la ficción no se le exige corroboración, ¡cómo si lo real la tuviera!, el dormir, por ejemplo. A esa ficción solo se le exige en cambio la congruencia; ya que toda otra ficción debe ser verosímil (como afirma M. Twain), de modo que se relaciona con la simulación (justo en lo que hace referencia el término). La ficción estaría basculando entre la vigilia y el sueño, o como lo plantea D. Winnicott: la ficción se daría en el entre, en el espacio transicional entre el afuera y el adentro.

«Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso, que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte la muerte, ¡desdicha fuerte! ¿Qué hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte?» (p. 106/107).

Si la vida es sueño y la muerte es el despertar, ¿qué es aquello que vivimos?, ¿qué es lo real?, ¿es la muerte?, ¿cuál es esa realidad? Al decir de P. Aulagnier, creemos en una realidad que existe y que es compartible simplemente por la necesidad de partir de un principio de certeza que nos permita organizar el mundo y nuestra psique.

Los analistas nos inclinamos a movernos en un oxímoron al que llamamos, desde Freud, realidad psíquica. No hay toda realidad, no hay toda ficción (verosímil) y en este todo (en ese entre) trabajamos en torno de la falta. La realidad, a diferencia de lo real, depende, como decíamos, de la corroboración, porque, «en realidad», es una simulación que tiene que ver con lo imposible.

PRINCIPALES INFLUENCIAS DE LA VIDA ES SUEÑO



OBRAS ¿INFLUIDAS POR LA VIDA ES SUEÑO?
 













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